La fisioterapia es un recurso de gran valor en el tratamiento de patologías infantiles como la displasia de cadera. Con el tiempo, esta condición ortopédica ha recibido muchos nombres, pero uno de los más comunes es “luxación congénita de cadera”, si bien esto no implica que el problema pueda venir de forma congénita, ya que también suele surgir más tarde y es posible encontrarse con diversos grados de alteración de la cadera, sin llegar a hablar de una luxación en toda regla.
Se trata de una alteración de la forma de la cadera que puede presentarse a lo largo del primer año de vida. Debido a ello, la cabeza del fémur puede descolocarse o, en casos más severos, puede llegar a la adultez con una forma inadecuada, que dará lugar a un deterioro progresivo de la articulación y al desarrollo de la artrosis. Por lo tanto, resulta muy importante llevar a cabo un diagnóstico temprano, porque cuanto antes se inicie el tratamiento, mayores posibilidades hay de corregir el problema.
El diagnóstico lo lleva a cabo un ortopedista y consiste en la exploración de las caderas de los recién nacidos, realizando una serie de maniobras que indican si el hueso se ha salido de su sitio o si se encuentra luxada la articulación. Además, es de rigor repetir los controles con los pediatras cada mes durante el primer año de vida. A partir del tercer mes, la señal que puede hacer sospechar a los especialistas es la limitación de la abducción, lo que significa que la cadera luxada puede no abrirse de la misma manera que la sana.
Cuando la exploración en consulta con el traumatólogo o con el pediatra arroja un resultado sospechoso o anormal, se debe llevar a cabo una ecografía o un estudio de rayos X para valorar la severidad de la displasia. La ecografía se realiza en bebés con menos de seis meses de vida, mientras que las radiografías se llevan a cabo en bebés de siete meses en adelante; no obstante, también es posible realizar una ecografía en bebés con una exploración normal, pero que estén expuestos a ciertos factores de riesgo, como antecedentes familiares, presentación podálica en el tercer trimestre de embarazo, tortícolis muscular congénita o alteraciones en extremidades inferiores.
En los casos en los que la displasia se diagnostica pronto, el tratamiento suele ser sencillo. Hay muchos dispositivos ortopédicos para el tratamiento, como el arnés Pavlic. La atención por parte del ortopedista, e incluso del fisioterapeuta, es importante y el tiempo de uso de los aparatos depende de la severidad de la condición. En los casos en los que los tratamientos poco invasivos no surten efecto, se recurre a la reducción cerrada bajo anestesia general y la colocación de un yeso.
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