Una de los rasgos que más preocupa a los padres en el andar de los niños, y la razón por la cual acuden a consulta con traumatología, es el hecho de que los pequeños metan los pies al andar. Gran parte de la población infantil camina con los pies apuntando al frente o ligeramente hacia afuera; aunque, en algunos casos, los sacan de manera exagerada y muchos otros los meten más de lo que puede parecer normal.
Por lo general, a esta problemática se le suele sumar que los niños sufran de caídas frecuentes, debido a la inmadurez motora que viene dada por la postura y que incrementa el deseo de hacer algo para corregirlo.
El traumatólogo infantil identifica estas variaciones como alteraciones rotacionales de la marcha; más que alteraciones, son deficiencias más o menos exageradas de la normalidad, que suelen mejorar de manera espontánea a medida que ellos crecen, por lo que esto no suele dar mayores problemas. Pero, ¿A qué se debe que los pies apunten hacia adentro o hacia afuera?, ¿Qué se puede hacer para ayudarles?
En ciertas ocasiones, las alteraciones de la forma de los pies pueden ser las causantes, pero, en la mayoría de los casos, la respuesta no está en los pies. La exploración física por parte de un ortopedista es indispensable para descartar una patología subyacente responsable, así como para localizar el origen de la condición rotacional. Normalmente, la orientación de los pies responde a la forma que tienen los huesos de las piernas, es decir, el fémur y la tibia. Estos huesos presentan una rotación sobre su propio eje, variable de unas personas a otras, condicionada por sus genes.
A la rotación del fémur sobre su propio eje se le conoce como anteversión femoral; en los casos en los que esta rotación presenta un valor mayor que la media, se puede hablar de anteversión femoral aumentada y los pies apuntan hacia adentro. Con la tibia ocurre lo mismo, por lo que podemos tener una torsión tibial interna o externa. Los pequeños tienen una rotación femoral o tibial mayor que la que van a tener de adultos; esto explica, por ejemplo, el hecho de que puedan sentarse en posición de W. Pero, a medida que crecen y se desarrolla su estructura ósea, esto se corrige, por lo que son pocos los tratamientos con aparatos o plantillas que pueden surtir efecto. En ocasiones, sin embargo, algunos ejercicios de fisioterapia pueden ayudar a mejorar la postura. Todo dependerá de la valoración que hagan sus traumatólogos de confianza.
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